sábado, 25 de agosto de 2012


Se presenta la ocasión, viene buscando carne fresca. Sabes que dos segundos de placer inaudito romperán el diamante más precioso, aquel que prometiste proteger para siempre; pero siempre es mucho tiempo.
Estallamos en un determinado momento de nuestra existencia, se cuela la tentación por los milimétricos poros de la piel hasta creer que alcanza las venas formando parte inédita de nosotros mismos. En el abismo de nuestra mente, aquello que no controlamos en la vida abstracta acabara saliendo a flote manifestándose tal y como es, o más grotesco aún.
El mecanismo vital hará que pocos segundos marquen tu destino próximo hacia un fatal desenlace, que todos esos momentos cosidos con hilo fino puedan convertirse en una enorme masa inerte de pasado dolorido, que  lo vivido quede simplemente para la experiencia. Todo tu mundo, construido fracaso a fracaso y éxitos escasos se derrumba gracias a una de esas acciones no reflexionadas en míseros instantes que quizá puedan pasar a la libreta en forma de historia demacrada, como esta.
En el impacto empiezas a creer en algo que nunca fuiste, que intentaste por todos los medios no constituir, pero sabes que la pérdida alcanza límites insospechados por lo que te dignas a justificar que somos humanos y por defecto existencial, débiles, profanos, infieles y hasta tétricos, porque cuando lo desprecias no lo pierdes y cuando lo pierdes se te escapa de las manos con nostalgia.

Pasión significa sufrimiento, pulsión y lujuria a la vez; este fenómeno hace caer muros perfectamente establecidos por el consciente, ideas que se convierten en preconcebidas por el simple hecho de haberse mantenido estables durante un lapso aceptablemente largo y al mismo tiempo es uno de los principios fundamentales para el inicio de nuevas realidades dando lugar al equilibrio natural.
Es la génesis del cambio, de la mutabilidad del individuo como persona, como una consecuencia más del mundo.

viernes, 24 de agosto de 2012

Ego luego existo


Yo siempre he sido de guitarrazos distorsionados y noches en vela;
los lunes suelo desquiciarme e intento que ese sea el comienzo de mi semana,
la música alta hasta que mis tímpanos supliquen cordura,
la ropa ancha para que me quepa toda el alma y el compás.

Yo siempre fui de inocencia predispuesta al encontronazo objetivo;
los martes me gustaba aprender del sol, eternamente cálido aunque a veces escondido,
la vida seguía tan frenética y estresante como invariable,
los ojos tan atentos al detalle que cambiaba el rumbo del día.

Yo tiendo a ser el pretérito imperfecto de mi presente, sabiendo que mis raíces son la
única fragua que el tiempo no será capaz de robarme;
los miércoles disfruto a ratos de la soledad de mis pensamientos,
la cabeza alta ante tanto desperfecto,
el orgullo medio lleno, por si acaso.

Yo siempre seré un ente incomprendido entre tanto muerto;
los jueves me pasearé por el velatorio de las utopías desterradas
para anhelar todo eso que un día viví junto a ti,
para recodar todo eso que un día soñé junto a mi.

Toda fuerza es poca porque aquí la vida son dos días de esos que nunca pasan;
no es respeto ni paciencia,
y mira, aparenta, que quien cague más duro gana,
el problema es que nunca aprendí a nadar en mierda.

Mientras, desconocida para todos menos para ella.

sábado, 18 de agosto de 2012

Revolución en los corazones



Hace tiempo que escribir se ha convertido en uno de esos placeres que nunca haces por falta de algo, quien sabe qué llega a ser "algo", tal vez me sobre empeño hacia eso que llaman futuro, hipocresía; trabajo,  ¿alienación?. Será que en el fondo he empezado el ciclo que nunca acabará, el ciclo de la vida, la responsabilidad y demás palabras que hemos asociado al bienestar de uno mismo, la ficticia autorrealización humana. 


Y de repente, cuando te quieres dar cuenta la vida se pone a tu altura y comienza a reirse de ti mientras tu consciencia inicia el intento tambaleante del que conoce el terreno y está dispuesto a sufrir el martirio que supone llegar a constituír un certero hombre recto y ocioso. Después del propósito fallido de derrumbe; aún la muy puta guarda rencor y dispone de recursos suficientes para hacértelo notar, te concede el placer de saborear la sustancia que hará que te hundas en la miseria como persona honesta, esa que mezclada con la rabia hace un perfecto caldo de cultivo para tu sepultura, esa de la que se alimentan almas sin fines propios, cegadas por el éxito que supone el alcance de un escalón mayor en la sociedad.
Y es perfectamente normal que la persona justa sienta cierta o entera repulsión hacia la sociedad actual, con todo el hambre imposible de remediar, dicen; con la contaminación y el consumo que supone la exigencia de una vida extremadamente rápida y automatizada, con las mentiras no solo nacionales sino también  mundiales que los políticos hicieron creer como dogmas de la neocultura occidental, con todos los ideales y necesidades que el mercado creó en nosotros, necesidades progresistas y desfasadas que la humanidad aceptó sin rechistar mientras los peces gordos se frotaban las manos especulando los millones públicos que atribuirían a paraísos fiscales propios; manipulando la educación, pilar esencial para las próximas y actuales generaciones que pueden continuar su formación gracias a la moneda a la cual ya no presumimos pertenecer. Todo esto forma parte del engaño, de la falacia que la Unión Europea ha creado intentando juntar fuerzas contra la sociedad más consumista del planeta, los EEUU.
Nos han usado como ratones de laboratorio vendiéndonos el desarrollo con presupuesto para lo que les beneficia, no para el estado providencia. El mundo se equivoca y mientras nos tienen muy entretenidos con pan y circo.

Muchas veces me pregunto si las quimeras tienen valor con tanto idealismo material, si un sueño necesita tantas generaciones impuestas.