sábado, 3 de diciembre de 2011

683.

Ardieron mis recuerdos y con ellos la nostalgia de unos meses amargos en pleno invierno, de todas las tardes que desperdicié junto a mi alma, de todo el daño que fui capaz de hacerte.

Por eso ódiame mientras no te duela a ti más que al mundo, aléjate de mi vida, cúlpame de tu desgracia porque yo soy el centro de tu dolor insípido, empújame hacia el barranco del olvido, desgástame como si aún te quedaran fuerzas. Mientras, observo la imposibilidad de un intento que se difunde entre los horizontes de tus fronteras, aquellas fronteras de los sueños rotos, de los errores sentenciados a cadena perpetua, del idealismo injustificado de tu vida. Pero no me culpes de las tardes que te di, sino por las que no pasé contigo, no enfurezcas por los sueños que compartimos hace ya tiempo, sino de los que nunca te dije, y sobre todo sé feliz.

Que la vida te lleve por donde yo no he sabido amarte y te demuestre que en el fondo todos somos un fin incompleto, una realidad ausente que nunca sacia nuestros deseos.

1 comentario:

  1. Cada vez me gusta más cómo escribes, de aquí a poco este blog se hará cada vez más y más grande, ya verás, suelen crecer con el autor. Un beso enorme, niña.

    ResponderEliminar