viernes, 24 de agosto de 2012

Ego luego existo


Yo siempre he sido de guitarrazos distorsionados y noches en vela;
los lunes suelo desquiciarme e intento que ese sea el comienzo de mi semana,
la música alta hasta que mis tímpanos supliquen cordura,
la ropa ancha para que me quepa toda el alma y el compás.

Yo siempre fui de inocencia predispuesta al encontronazo objetivo;
los martes me gustaba aprender del sol, eternamente cálido aunque a veces escondido,
la vida seguía tan frenética y estresante como invariable,
los ojos tan atentos al detalle que cambiaba el rumbo del día.

Yo tiendo a ser el pretérito imperfecto de mi presente, sabiendo que mis raíces son la
única fragua que el tiempo no será capaz de robarme;
los miércoles disfruto a ratos de la soledad de mis pensamientos,
la cabeza alta ante tanto desperfecto,
el orgullo medio lleno, por si acaso.

Yo siempre seré un ente incomprendido entre tanto muerto;
los jueves me pasearé por el velatorio de las utopías desterradas
para anhelar todo eso que un día viví junto a ti,
para recodar todo eso que un día soñé junto a mi.

Toda fuerza es poca porque aquí la vida son dos días de esos que nunca pasan;
no es respeto ni paciencia,
y mira, aparenta, que quien cague más duro gana,
el problema es que nunca aprendí a nadar en mierda.

Mientras, desconocida para todos menos para ella.

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