sábado, 18 de agosto de 2012

Revolución en los corazones



Hace tiempo que escribir se ha convertido en uno de esos placeres que nunca haces por falta de algo, quien sabe qué llega a ser "algo", tal vez me sobre empeño hacia eso que llaman futuro, hipocresía; trabajo,  ¿alienación?. Será que en el fondo he empezado el ciclo que nunca acabará, el ciclo de la vida, la responsabilidad y demás palabras que hemos asociado al bienestar de uno mismo, la ficticia autorrealización humana. 


Y de repente, cuando te quieres dar cuenta la vida se pone a tu altura y comienza a reirse de ti mientras tu consciencia inicia el intento tambaleante del que conoce el terreno y está dispuesto a sufrir el martirio que supone llegar a constituír un certero hombre recto y ocioso. Después del propósito fallido de derrumbe; aún la muy puta guarda rencor y dispone de recursos suficientes para hacértelo notar, te concede el placer de saborear la sustancia que hará que te hundas en la miseria como persona honesta, esa que mezclada con la rabia hace un perfecto caldo de cultivo para tu sepultura, esa de la que se alimentan almas sin fines propios, cegadas por el éxito que supone el alcance de un escalón mayor en la sociedad.
Y es perfectamente normal que la persona justa sienta cierta o entera repulsión hacia la sociedad actual, con todo el hambre imposible de remediar, dicen; con la contaminación y el consumo que supone la exigencia de una vida extremadamente rápida y automatizada, con las mentiras no solo nacionales sino también  mundiales que los políticos hicieron creer como dogmas de la neocultura occidental, con todos los ideales y necesidades que el mercado creó en nosotros, necesidades progresistas y desfasadas que la humanidad aceptó sin rechistar mientras los peces gordos se frotaban las manos especulando los millones públicos que atribuirían a paraísos fiscales propios; manipulando la educación, pilar esencial para las próximas y actuales generaciones que pueden continuar su formación gracias a la moneda a la cual ya no presumimos pertenecer. Todo esto forma parte del engaño, de la falacia que la Unión Europea ha creado intentando juntar fuerzas contra la sociedad más consumista del planeta, los EEUU.
Nos han usado como ratones de laboratorio vendiéndonos el desarrollo con presupuesto para lo que les beneficia, no para el estado providencia. El mundo se equivoca y mientras nos tienen muy entretenidos con pan y circo.

Muchas veces me pregunto si las quimeras tienen valor con tanto idealismo material, si un sueño necesita tantas generaciones impuestas.

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