Con el tiempo aprendí a aprenderte, que tanto he estudiado sobre tu piel que me sé tu color de memoria y podría recitar en verso tus caderas que matan con solo verlas, tus manos o incluso tus labios. Me sé el número de tus lunares, diecinueve, y las veces que te ocultas, me sé toda tu geografía y vivo en tu país.Pero ni yo soy mucho ni tú lo eres tanto, y sin que sirva de precedente prefiero soñarte, curada de espanto, a la sombra de un ciprés.
No hay imposibles, hay miedos; el miedo limita, pero no hay imposibles, si lo pensaste es posible. Ya conozco gente que cura no solo con la palabra sino con su sola presencia, siempre es posible. Lo único imposible es vivir con el miedo, lo único imposible es no ser, porque estás benditamente condenado a ser, después oponte y engáñate todo lo que quieras pero lo importante es que te des cuenta de que estás presente. Y uno es lo que sueñe, yo sueño tantas cosas que tendré un nombre infinito.
Increíble!
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