viernes, 14 de octubre de 2011

Yo y mi otro yo juntos

Aquellos días reíste hasta más no poder, te sentiste mal para ser quien eres, amaste más de lo explicable a esa persona entre personas, esquivaste tus miedos, saltaste muros imposibles e incluso llegaste a sentir la primavera como si de tu cuerpo se tratase, te volviste sensible e insoportable, las tardes de lluvia te deprimían e intentabas distraerte con tonterías, recuerdo que los suspensos no te gustaban nada y te hacían llorar, recuerdo que el mejor de tus deportes era amar, recuerdo que las palabras te hacían daño y acabaste por morir poco a poco, recuerdo que tu rostro se tiñó de desesperanza y desolación mientras la gente se peleaba sin sentido
y tú intentabas ver cómo el cielo tendía a un color claramente gris, empezaste a tener miedo por si ese cielo algún día caería por su propio peso.
Recuerdo que las tardes a solas sabían a café con mucho azúcar y a ojeras de esfuerzo y estrés, necesitabas salir, yo lo sabía, la ciudad y la rutina acababan por hacerte sentir una más y eso no tenía nada en especial.
Recuerdo que dejaste de sentir los pequeños placeres y los cambiaste por angustia y un dolor en el estómago.
Recuerdo tantas cosas que ni soy capaz de saber cómo era yo por aquel entonces, pero tú solo fuiste una época, un tiempo, un número, solo fuiste parte de mi vida unos cuantos años y ahora ya prefiero no acordarme de tus ojos.
Sin embargo recuerdo acordarme de ti todos los días, preguntarme dónde estarás, qué habrá sido de las horas de soledad y los días de lluvia, de los paseos por el parque y las risas en la estación.
Recuerdo que eres parte de mi vida, un simple acontecimiento, y aún hoy no entiendo por qué te pienso, si fuiste solo eso:
mi vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario